martes, 3 de marzo de 2015

IMÁGENES Y SÍMBOLOS EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ.

4. IMÁGENES Y SÍMBOLOS EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ.

              
Toda la obra poética de Miguel Hernández pretende elevar a un plano superior, de belleza, de dignidad, las cosas feas que lo rodean. Tras unos titubeos iniciales, la poesía se convierte en una proyección de sí mismo en la que una serie de símbolos e imágenes se usan para expresar sus temores, sus anhelos y sus penas.

               En líneas generales, podemos destacar una serie de símbolos que son recurrentes en toda su producción poética (el rayo, el toro, la sangre, el fuego, los instrumentos que causan dolor…) si bien su significado no es unívoco, sino cambiante en función del momento que vive el poeta. En cualquier caso, si que se observa un punto de inflexión en cuanto a significación de los símbolos, pues El rayo que no cesa marcará un antes y un después en la intención y sentido de algunos de los símbolos que hemos mencionado y determinará la desaparición de algunos y la aparición de otros nuevos. Vayamos viendo, pues, todo esto con detenimiento.

               Perito en lunas (1933) es un libro cultista constituido por cuarenta y dos octavas reales que constituye la adscripción de Hernández a la poética purista de los años veinte. Las imágenes que lo pueblan son de gran complejidad, rayana en el hermetismo pero su mérito radica en la adaptación de todo eso al mundo personal de Miguel Hernández, a su realidad inmediata, al paisaje y a los hombres de su entorno.

               El símbolo que habita este obra iniciática es, por encima de los demás, la luna, una luna presente, omnipresente, tanto en su forma como en sus propias características (nocturnidad, calma, evocación, inaccesibilidad…) en el poemario. En primer lugar, la luna, como elemento asociado tradicionalmente a la poesía, convierte al perito en lunas en experto en poesía y, como tal, se quiere mostrar Hernández. Pero va más allá, pues la luna es aquí un símbolo de plenitud, de exaltación vital. Simboliza el destino poético, la búsqueda de la contemplación. Todos los objetos responden a esa concepción redonda y circular: “La noria” pág. 91, “Horno y luna” pág. 92, “la gota de agua” pág. 91.

               Hay otro símbolo, perenne en la obra de Miguel Hernández, que ya aparece en este poemario, y es el toro. Es aquí un animal mitificado, glorioso, heroico, es el toro bravo que galopa junto al caballo, lleno de empuje y de fuerza.

               El rayo que no cesa (1936), escrito en su mayor parte en sonetos, es un libro de temática eminentemente amorosa donde Hernández muestra un concepto del amor como destino trágico del hombre. Para reflejarlo, pondrá a su servicio un complejo conjunto de imágenes y símbolos  como el cuchillo y otros instrumentos del dolor, el rayo, el fuego y otros elementos de la naturaleza, animales como el toro… y todas ellas muestran ese atormentado mundo de amor y muerte que es El rayo que no cesa.

               Quizá el símbolo más repetido en este poemario sea el rayo. El rayo y otros elementos asociados al fuego representan la pasión, en oposición al hielo o la nieve que representan la frialdad de la amante esquiva. El concepto de amor que subyace en esta obra es el que significa un estado de convulsión, de pasión fatal, asociado no sólo con el rayo, sino también con la tormenta, el huracán o el vendaval. Pero el rayo no es solo pasión, es también una fuerza aniquiladora, es destrucción y angustia que llega desde el aire, convirtiendo así al amor en un sentimiento devastador y trágico, doloroso, atormentado. (“¿No cesará este rayo que me habita”?)

Con el rayo, el cuchillo y toda una serie de instrumentos que causan dolor, instrumentos de sacrificio. El cuchillo es una fuerza contradictoria (“Un carnívoro cuchillo”), mortífera, como la propia pasión amorosa, es un “rayo de metal crispado”El cuchillo, la espada, la guadaña, la espina, los puñales, el martillo… hieren de la misma manera el alma atormentada del poeta enamorado, representan un amor atormentado pero sin el que no se puede vivir. El amor provoca una herida profunda, una pena por el sentimiento no correspondido, una herida profunda en la que salen a relucir términos como cuchillo, rayo, fragua o infierno.

El toro es otro de los símbolos más poderosos de este poemario y uno de los más  repetidos a lo largo de toda su producción. Es símbolo de fuerza, virilidad, masculinidad, hombría y libertad. Se asocia a la pasión amorosa y al poder desmesurado.

Miguel Hernández usa la metáfora del toro para referirse al enamorado, al hombre que pasa y cruza las tragedias de la existencia. El poeta se identifica con el toro pues tiene una serie de debilidades, caracteres y valores que lo acercan al animal (“como el toro he nacido para el luto…”); Como el toro, soporta el luto, el dolor, el castigo, como él, ha nacido para la tortura y sólo la muerte es capaz de parar el dolor; comparten pues ese destino trágico. Pero la propia nobleza del toro también es, desde esta perspectiva, un elemento en común, pues el propio Miguel es también noble, como el toro.

El rayo que no cesa marcará un antes y un después en la obra poética de Miguel Hernández. A partir de aquí la temática cambia. Los libros que le siguen son los llamados “de guerra” (Viento del pueblo y El hombre acecha) y, aunque algunos de sus poemas son mera propaganda política, todos ellos mantienen una gran calidad literaria. Sin embargo, son fruto de su participación en la guerra y de su deambular por varias cárceles españolas, lo que dejará una marcada huella en toda la producción. Es una poesía de “compromiso”, llena de madurez y en la que los símbolos adquieren una significación renovada; las imágenes hasta ahora estudiadas multiplican su significación y a la vez aparecen imágenes y símbolos nuevos.  En Viento del pueblo y El hombre acecha la poesía se convierte en un instrumento de lucha. Las circunstancias que inspiran la poesía son distintas y, ahora, el drama y la tragedia muestran una poesía  invadida por la metáfora y el símbolo.

El rayo y el relámpago, igual de violentos que antes, ahora se relacionan con la agitación social, instan al levantamiento del pueblo para luchar contra la injusticia. Ahora se unen el destino trágico del poeta y el de todo un pueblo, todo un país, y la lucha y el enfrentamiento se representan con hachas, hoces, martillos, mazas y manos en forma de garras; es el germen de la poesía más social.

El poeta sigue cantando (“Vientos del pueblo me llevan” o “Sentado sobre los muertos”) pero ahora canta, no para él mismo ni para la amada, sino para el soldado que lucha en el frente, para los jornaleros, los campesinos…

En la poesía de guerra, como ya hemos dicho, se representa la agresividad y la cobardía, con sus contrarios, en imágenes del mundo animal. Por un lado, el toro, que, en sus cualidades de terquedad, nobleza, virilidad, entrega, fiereza, representa a la España republicana y su destino trágico, y acaba identificándose con España misma en “llamo al toro de España” (El hombre acecha). El toro representa también el orgullo del pueblo; muere de pie siendo fiel a su sangre y a su origen y se convierte en signo de arrogancia y gallardía. Frente a él, por otro lado, aparece elbuey, que, doméstico y manso, es la imagen de aquello a lo que ha sido reducido el pueblo en manos de sus explotadores: sujeción al poderoso, esclavitud… (“El niño yuntero”).

Miguel Hernández pone de relieve la necesidad de ser toro y no buey, indicando el camino de la lucha, de la rebelión (“Vientos del pueblo me llevan”)

El león aparece, en Viento del pueblo con las mismas cualidades que el toro, en oposición a los felinos que aparecen en El hombre acecha, que aparecen identificados con el bando contrario. Aquí, el felino tiene un comportamiento fiero, sanguinario y cruel, frente al toro como animal noble y poderoso.

Las aves dañinas y carroñeras representan toda persona, colectivo o fuerza que se oponga a la expansión de los ideales democráticos (“Los hombres viejos”, “El vuelo de los hombres” y “Madre España”. Frente al cuervo, la paloma encarna la inocencia en “Elegía primera”. Ciertas aves encarnan también la falta de valores y la presunción: el pavo real y la gallina. El caballo aparece como animal bravío y su galope sugiere el ansia de libertad. Los enemigos del pastor, los lobos y loschacales, también se relacionan con las fuerzas fascistas. Y lo mismo ocurre con los tiburones.

Viento del pueblo (1937), está escrito en formas estróficas como la silva, la décima, la cuarteta, el soneto alejandrino, serventesios de pie quebrado y los romances. Predominan los poemas de exaltación heroica y beligerante y, sobre todo, de tono social. Son éstos los que representan al mejor Miguel Hernández, al más auténtico (“El niño yuntero”, “El sudor”, “las manos” y “La canción del esposo soldado”).

En este poemario, que representa el entusiasmo bélico, la esperanza ante la posible victoria, la rabia y la fuerza de los trabajadores aparecen en los símbolos del fuego, el relámpago y el rayo(“Viento del pueblo”).

El fuego exalta al ejército y a sus héroes. La sangre derramada, que ya anuncia un destino trágico, se convierte en rayos; la sangre se eterniza en fuego porque la esperanza es también fuego. Elrayo también es el trabajo (“1º de mayo de 1937”). El trabajador vive en armonía con lo natural, (“las manos”).

En esta obra y en El hombre acecha se ha visto la presencia, no sólo del fuego, sino también del resto de los elementos aristotélicos: el agua, el viento y la tierra. Así, el trabajo convierte el aguaen un sudor que el poeta ha de ensalzar, un sudor que estrecha la relación entre el hombre y la tierra (“Jornaleros”) y levanta los olivos (“Aceituneros”). De hecho, el agua, en forma de saliva, mar, río o sudor, es un combatiente más (“Jornaleros”; “Fuerza del Manzanares”). La tierra “traga alemanes” y “muerde italianos” en “Campesino de España”, y del barro de la tierra se levanta el ejército republicano.

En El hombre acecha (1939) se advierte a un Hernández cansado ante el desalentador balance de muertes sin sentido, cárceles, heridos y odio. De estructura métrica y estética similar a Viento del pueblo, en sus temas esenciales conviene destacar la tensión generada entre dos fuerzas opuestas, una positiva y otra negativa, que a modo de antítesis vertebra las composiciones  con ideas como la justicia frente a la explotación, libertad frente a opresión, trabajo frente a hambre, y actitud heroica frente a la burocracia y a la asepsia. Subyace ahora una profunda amargura.

Ahora el toro aparece a veces vencido aunque en algunos poemas aún significa la lucha, la fuerza, y sirve para incitar al levantamiento y la lucha. A veces es la España que debe luchar contra todo lo que ponga en peligro su espíritu, avanzando con sangre de furia y rayo. Se aprecia, en alguna ocasión también una interesante oposición entre el toro y la tierra; el primero, representa lo masculino, lo paternal; la segunda, lo femenino, lo maternal, la madre, lo femenino el origen y el destino, pero será en Cancionero y romancero de ausencias donde este último significado aparezca en mayor medida.

Los cuatro elementos de la naturaleza a los que antes aludíamos adquieren matices distintos. Dos años de sangre han convertido el fuego en ceniza y ha secado el agua de los besos (“Llamo al toro de España”, “Pueblo”, “El vuelo de los hombres”) aunque hay poemas que aún muestran el espíritu combativo de Viento del pueblo, donde el fuego aún aparece como fuerza.

Desaparece el rayo casi totalmente. El hombre es ahora una fuerza acechante y hay un abismo entre él y la tierra, “se ha retirado el campo”. No obstante, el fuego, el fogonazo, la lumbre, lo volcánico son símbolo del deseo de purificación y significan también acción fecundante y regeneradora.

Al fuego se opone la nieve helada (“El soldado y la nieve”) y la tierra aparece como desencanto y señal de vida eterna en “Madre España”. La lluvia es ahora la de la sangre (“El tren de los heridos”) que inunda el mundo y enturbia el agua. A pesar de eso, los símbolos asociados a la luz y al agua tienen, muchas veces, valores positivos. Imágenes como resplandor, lucero, sol, rayo, aurora, mar, espuma, torrente simbolizan la energía purificadora, el dinamismo vital anhelado.

La sangre tiene un doble matiz: positivo, pues es un signo solar, representa la fuerza; y negativo, pues simboliza la destrucción.

Cancionero y romancero de ausencias (Escrito entre 1938-1941) se identifica con un tiempo de desgracias para Miguel Hernández: una guerra civil con un final desalentador, la muerte de su primer hijo, la condena inicial a pena de muerte, las cárceles, la enfermedad y la ausencia de los suyos. Todo ello le llevará a un proceso de intimidación, de reclusión en su “yo” lírico privado. Es un poemario construido casi a modo de diario íntimo, más cerca que nunca de la desnuda y esencial verdad humana.

La sangre es ahora una corriente que va hacia la muerte, un impulso, dolor, fuerza, tragedia; es la sangre de Miguel Hernández, de su esposa, de su hijo muerto.

Aparecen otros símbolos como el viento, el hoyo, el cuchillo, el vientre, la piedra, la espada, el olivo…

Ya no hay toro, sino términos que señalan la muerte: acechar, hachas, cuervo y, de manera insistente, cárceles y cementerios.

Aparece el símbolo del vientre. En “Menos tu vientre” éste es el centro de lo creado, de la fecundidad, del amor humano, la tierra donde crece la semilla de la vida. Varias veces aparecen asociados el vientre y el sexo femenino como símbolos eróticos, pero también como centro de la vida  y la plenitud amorosa, un refugio seguro. En ocasiones aparecen tras metáforas en las que predominan elementos de la naturaleza.

En este libro, aún hay ecos del dolor casi irresistible al contemplar una España destrozada y rota por la guerra, pero es ahora el dolor del soldado, del esposo separado de su esposa, del padre, del preso, el que subyace en una poesía en la que el poeta desnuda su alma y muestra la huella del dolor íntimo.

Aún así, hay algunos poemas que hablan de la derrota del pueblo, pero ya no hay exaltación sino desaliento, desesperanza. Su voz es la de la derrota (“Tristes guerras”). La muerte invade los versos de este poemario, representada por los hoyos, la tierra, el cementerio, las sombras. Ahora la muerte es más cercana, es la del hijo muerto.

               Pero la guerra se aleja y llega una nueva exaltación del amor en imágenes llenas de pasión (“Hijo de la luz y de la sombra” “Antes del odio” ; libre soy, siénteme libre. Sólo por amor) El amor que lo hace libre da paso a la esperanza por su próxima paternidad, representada en el vientre de la amada (“Menos tu vientre” y “Nanas de la cebolla”)

               Desgraciadamente, con la muerte del hijo la luz se vuelve a apagar y llegan las sombras, la tristeza, la tragedia (“A mi hijo” y “Era un hoyo muy grande”)

               La lluvia y la flor representan también al hijo muerto, mientras los pájaros representan la libertad. La lluvia también simboliza la angustia existencial del prisionero (“llueve tiempo”)

               En general, las imágenes del agua son bastante interesantes: agua turbia, agua removida, hielo, agua de distancia. Las pasiones son el agua turbia y es agua removida el odio que habita el corazón del hombre. El agua es destructora, el mar borra el amor, la vida y el hielo negro es el hambre, con la escarcha como único alimento (“Nanas de la cebolla”).

               La tierra es tenebrosa y reseca, sedienta del cuerpo del poeta.

No hay fuego y el rayo significa la fugacidad del tiempo, que hace envejecer. El rayo, los huracanes, el viento enconado quieren separar a los amantes y el viento también lleva al poeta a la muerte (“Voy alado a la agonía”). Finalmente, la esperanza en el nacimiento del segundo hijo, hace aparecer el rayo como fuerza, energía y enciende la esperanza.

               Por último, se puede apreciar aquí también imágenes solares asociadas al hijo muerto o al segundo hijo que nacerá. Se les equipara o son sustituidos en numerosos poemas con el sol y sus propiedades o sus efectos, y en términos como amanecerdía

Y para terminar, queremos condensar todo lo hasta ahora comentado en unos versos, desde los cuales debemos tratar de entender toda su obra: “ Es mi persona / una torre de heridas / que se desploma”.

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